Las rubias.

Las rubias, no es novedad

siempre han sido de mi agrado

no pude hallarles fealdad

y vaya que lo he intentado.

Siempre ejerció la piel clara

en mi, atracción enfermiza

y aunque yo no lo aceptara

me perdía si eran rollizas.

Mientras más claros mejor

de los ojos opinaba

si iba a entregarles mi amor

eso no se negociaba.

Del cuerpo ? mejor llenitas

eso clamaba el instinto

a todas veía bonitas

después de tres vinos tintos.

El pelo ?, claro, castaño

sin importarme que un tinte

cubriera lo que los años

requirieran se repinte.

Una vida había tardado

en mis gustos definir

y cuando había terminado

nada había más que decir.

Y de pronto, apareciste

con esa rara hermosura

mis preferencias rompiste,

se fueron a la basura.

Tu piel morena sensual

implorando ser tocada

como dentro de un ritual

después de ser invocada.

Y no era solo el color

lo que me hizo irreflexivo

era una mezcla de olor

y sensación de estar vivo.

Tus ojos oscuros eran

no me debieron gustar

solo con que se entreabrieran

me dejaban sin chistar.

Toda mi poesía es poca

para poder describir

el sabor que había en tu boca

y el beso antes de dormir.

El pelo llevabas corto

contra todos mis principios

pero me tenías absorto

se veían buenos auspicios.

Y en la esbeltez elegante

que alocaba al vecindario

no había nada exuberante

pero si lo necesario.

Me gustaba contemplarte

cuando dormías a mi lado

quedo una canción cantarte

aun sin ser muy afinado.

Te bastó una cabeceada,

al despertar te habías ido

llevando tu piel bronceada

dejándome confundido.

Nota aclaratoria : Lo expresado en el precedente escrito fue solamente el producto de una noche de insomnio en la que se desataron las musas del tercer turno.
No hay nada de lo que deban alarmarse mis seguidoras. (tengo dos y algunos prospectos).
Me siguen enloqueciendo las rubias a condición de que no sean muy esbeltas.