Cuando tu necesitabas
apagar tu interno fuego
en seguida me llamabas
y eso era cosa de juego.
Que recuerdas ahora dices
los momentos agradables
cuando fuimos muy felices
y que éramos insaciables.
Que las pizzas saboreabas
acompañadas de vino
y que el salmón disfrutabas
con apetito genuino.
Y en los recuerdos te pierdes
de un amor que fue tan grande
lástima que me recuerdes
sólo cuando tienes hambre.
Te deseo sinceramente
mil ataques de apetito
para vivir en tu mente
todos los días un ratito.
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